Riprendiamo qui l’intervista pubblicata per La Silla Académica a Fabián Acosta.

Por CAMILO ANDRÉS GARZÓN

El presidente electo Gustavo Petro es conocido entre sus círculos como un lector consumado de economía, pero también de filosofía política. Una de las vetas principales de esa formación intelectual viene del filósofo marxista italiano Antonio Negri, cuya vida tiene muchos puntos en común con la de Petro más allá de las ideas: estuvo preso, se exilió y fue parlamentario.

Apenas en su cuenta de Twitter, Petro lo menciona a él y a su obra al menos 25 veces sobre todo entre los años 2010 y 2012. Allí recomendaba su lectura, e incluso lo invitó a dar una charla cuando fue Alcalde de Bogotá, en 2012, y después se reunió con él en privado.

Para hablar sobre esta conexión entre las ideas de Negri y el pensamiento de Petro, la Silla Académica habló con Fabián Acosta, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional e investigador del Observatorio de Juventud de esa universidad. Acosta es autor del artículo: “El marchitamiento de la utopía: Disutopía, la revolución en la época del Imperio”. También hizo la presentación de la primera edición en español de Imperio (2000), la influyente obra de Michael Hardt y Antonio Negri, que el filósofo esloveno Slavov Zizek llamó como el “Manifiesto Comunista del siglo XXI”. Con base en esos trabajos hacemos esta entrevista. 

Antonio Negri, Navarro Wolf y Gustavo Petro en reunión, valioso intercambio de ideas.— Gustavo Petro (@petrogustavo) November 20, 2012

¿Por qué cree que Petro ha sido influenciado por la obra de Antonio Negri? 

Porque el mismo Gustavo Petro lo ha dicho a lo largo de su carrera, especialmente entre el 2010 y el 2012, mencionando conceptos de Negri que se han vuelto centrales para definir los sloganes de su proyecto político.

Eso no necesariamente lo hace un “negrista”, o esa influencia no es una que lo haga un repetidor de sus ideas. Pero recién comenzando el siglo XXI, el libro Imperio (2000) de Negri y Hardt influenció a muchas personas que, como Petro, venían de una tradición de ideas marxistas, pero que tenían que replanteárselas de cara a la caída de la Unión Soviética y al fin de la Guerra Fría. Con Imperio encontraron una defensa teórica del marxismo en plena época de hegemonía capitalista, pero modificando algunas ideas tradicionales de esa escuela.  

@cuisinde el analisis contemporáneo de Toni Negri sobre la multitud y lo múltiple superando el marxismo dogmático me parece muy sugerente— Gustavo Petro (@petrogustavo) September 5, 2010

¿QUIÉNES SON ANTONIO NEGRI Y MICHAEL HARDT?

Para cuando Negri escribe su famoso libro Imperio (2000) junto a Hardt, ya había caído la Unión Soviética y algunos hablaban del triunfo indudable del capitalismo. ¿Cómo interpretaban ellos ese momento desde el marxismo?

Marxistas como Negri reconocieron a finales de los años 70 y principios de los 80 que lentamente el capitalismo había derrotado a los movimientos obreros y a los sindicatos: había ocurrido un paso del capitalismo industrial, cuyo centro era la fábrica, a uno postindustrial. El capitalismo había logrado abrirse paso a un dominio global como sistema, que es lo que Hardt y Negri entienden por la categoría de “Imperio”. Ese nuevo espacio global en el que se mueve el capitalismo contemporáneo, ya sin expansión territorial (pues todo el mundo es capitalista), pero que internamente, en cada sociedad, sigue modificando las relaciones laborales y humanas.

Lo que entienden es que el capitalismo a comienzos del siglo XXI es un “poder en red”, una nueva forma de soberanía que incluye como nodos principales a los estados-nación, pero donde también están las instituciones supranacionales, como el Fondo Monetario Internacional o las principales corporaciones capitalistas, como Microsoft. 

Uno de los conceptos claves que plantean estos autores es el de multitud, al que se ha referido Petro. ¿Qué es la multitud, y en qué se diferencia, por ejemplo, de nociones tradicionales de la izquierda como la clase obrera?

Multitud, más que a una definición sociológica estrictamente vinculada con un número de personas, refiere a la invocación de una nueva perspectiva de análisis de lo que pasa en el capitalismo postindustrial, donde la clase trabajadora ha cambiado sustancialmente.

El concepto lo plantean precisamente en el libro Multitud (2004), que es una continuación de Imperio (2000). Mientras que en el primer libro se centraban en la nueva forma de soberanía global del capitalismo en el siglo XXI, en Multitud los autores se enfocaron más en lo que veían precisamente como la alternativa viva que crece en el interior del imperio.

Para ambos autores, la globalización tiene dos caras. Por una parte, el imperio extiende globalmente la red de jerarquías y divisiones que mantienen el orden mediante nuevos mecanismos de control y de conflicto constante, como las políticas de ajuste fiscal que propuso el Fondo Monetario Internacional a los países en crisis económica en los años 90. Sin embargo, la globalización también crea nuevos circuitos de cooperación y colaboración que se extienden más allá de las naciones y de los continentes, y que hacen posible un número ilimitado de encuentros (ellos pensaban, por ejemplo, en las redes colaborativas de trabajo que produjeron sistemas operativos de computadores libres como Linux, que le hacían contrapeso a la hegemonía de Microsoft).

No es equivalente al pueblo, que ha sido un concepto unitario. El pueblo reduce la diversidad de los grupos humanos y les da una identidad única. El pueblo es uno. La multitud, en cambio, es plural.

Tampoco es equivalente a la clase obrera, aunque la incluye. El concepto de clase obrera se ha utilizado de un modo excluyente, no sólo para distinguir a los trabajadores de los propietarios que no tienen necesidad de trabajar para ganarse la vida, sino también para separar a la clase obrera de otros trabajadores. En un sentido más estricto, la clase obrera aplicaba sólo a los obreros industriales, diferenciándolos de quienes trabajan en la agricultura, en los servicios y en otros sectores. Pero estos también hacen parte del concepto de multitud.

¿Dónde se puede ver un puente entre estos conceptos de multitud o imperio y las ideas centrales del discurso político de Petro?

Precisamente en el libro Multitud, ambos autores hablan de rescatar el uso que filósofos como Spinoza le daban al concepto en latín de potestas, que tiene dos connotaciones: significa poder, pero también potencia. El poder es lo instituido, pero la potencia es lo creativo.

En este segundo sentido Negri insiste mucho, pues le parece que la multitud precisamente tiene una potencia que se muestra en múltiples relaciones que están conectadas y que son creativas.

Esta visión de las potencias de la multitud son los deseos individuales y colectivos, los cuales buscan experiencias que se salgan del sometimiento y la dominación. Apuntan precisamente a buscar el amor y la creación de nuevas sensibilidades. Ahí hay una conexión con la noción de la política del amor de Gustavo Petro, quien de hecho ha adjudicado explícitamente a Negri la autoría de ese concepto.  

Ahora, yo no soy tan pedante como académico para decir que los intelectuales son los que les dan la línea de las ideas a las personas o a los políticos, pero en todo caso es muy difícil no ver una conexión entre ambos conceptos. El mismo que se ve entre una concepción de la sociedad como lugar de realización de las potencias vitales, en Negri, y algunas frases del discurso político de Petro como “potencia de la vida” o “política del amor”.

En Multitud los autores entienden que el amor es la potencia vital que debería rescatar el proyecto político de la multitud, pues es en el amor que se dan las manifestaciones más claras de transformación y mestizaje entre los seres humanos. Y la multitud busca precisamente que sus miembros sean diferentes de lo que son, que actúen como un común compuesto de muchas singularidades, y que se transformen gracias a actos de amor no necesariamente reducidos al ámbito privado de la pareja burguesa, sino entendidos como un amor por la multitud, por lo común. 

@ensayista el concepto de Política del amor, biopoder, biopolitica y Multitud lo encuentras en el filósofo italiano Antonio Negri.— Gustavo Petro (@petrogustavo) September 18, 2011

 ¿Qué otra conexión ve entre ambos?

Otro ejemplo es el Pacto Histórico (más allá de qué tan convencido está Petro de estas nociones). Es claro que el Pacto funciona como una sombrilla similar a la de la multitud, pues allí se encuentran muchos movimientos distintos. El partido político ya no cumple la función que cumplía en el capitalismo industrial, que era ser el contenedor de los grupos que buscaban representación política, por lo que ahora son los movimientos los que movilizan la diversidad de deseos y causas de los distintos grupos étnicos e identitarios.

La relación de Petro con el Polo Democrático Alternativo (fundado en 2005) muestra mucho esa transición en él de pasar de organizar un partido político a ayudar a formar algo más parecido a una multitud. Si bien el Polo Democrático juntó a la izquierda tradicional (que eran los que siempre vivían peleando unos con otros, como el MOIR y el Partido Comunista) después todo el mundo buscaba encontrarle una identidad fija al Polo, y eso generó nuevas divisiones. Pero en las multitudes, como intenta representar el Pacto Histórico, no interesa tanto buscarle la identidad al grupo, sino reconocer todas las diversidades de modos de vida que caben ahí.

Esta idea de multitud, además, no requiere de un líder. La multitud es su propio líder. Es un espacio donde muchas singularidades se encuentran, y claro que puede descollar una figura como la de Petro, pero no depende de ella, por lo que el Pacto Histórico como sombrilla plural debería sobrevivir a Petro. 

LSA: ¿Qué visión de la democracia tiene Negri y cómo se relaciona con la posición actual de Petro como una figura democráticamente elegida?

Negri no piensa tanto en la democracia representativa moderna, donde distintas identidades políticas se encuentran. Lo que plantea es una visión de la democracia como pura potencia, como poder para que las personas se junten en redes creativas en las que puedan desarrollar sus deseos. No hay en él una apuesta tan clara por defender una forma de democracia representativa.

Esto tiene sentido, pues Negri viene de una experiencia de movimientos de izquierda pero no parlamentarios, por lo que no le interesaba tanto la toma del poder estatal. El punto no era cómo llegar al poder representativo (él fue brevemente parlamentario pero sólo para eludir la condena que tenía). En eso hay una diferencia clara con la apuesta más institucional de Gustavo Petro, que le ha apostado al sistema representativo democrático, y que con los años ha ido ganando reflejos para hacerse un candidato político viable en Colombia.

Cuando Petro citaba a Negri en 2011 era oposición del Gobierno Santos que él llamaba “neoliberal”. Diez años después, él es ahora el gobierno y dice que lo que el país necesita es desarrollar verdaderamente el capitalismo. ¿No hay una contradicción entre el Petro gobernante y las ideas marxistas que le heredó a Negri?

Lo que pasa es que el discurso marxista ha cambiado mucho en las últimas dos décadas. Por ejemplo, hoy se acepta que el poscapitalismo es algo que ya existe dentro de las sociedades capitalistas, y no es sólo un propósito que está allá en el futuro: cuando se cumpla la superación positiva del capital, como decía Marx.

Ese poscapitalismo se caracteriza porque convive con cierto comunismo que cada vez es más fuerte en la vida contemporánea: hay tal cooperación de trabajo, disciplinas, ciencias, filosofía y desarrollos tecnológicos que funcionan en redes colaborativas, que el discurso contra el capitalismo no es cambiar el sistema para producir algo totalmente distinto, sino defender esos modos de vida asociativos que ya existen en un modelo económico que los explota. Algunos profesores, por ejemplo, tratan de resistir el sistema de publicaciones académicas indexadas, no midiendo sus publicaciones en términos de las revistas académicas que más les den puntos.

La hegemonía narrativa del discurso ultraliberal ha vuelto difícil y hasta políticamente inconveniente discutir los temas relativos al anticapitalismo. Y Petro no es una excepción en este aspecto. Pero su discurso sí discute el tema. Ha encontrado formas de plantear el asunto en otros términos más viables. Su lucha actual contra el cambio climático es precisamente contra las estructuras productivas, el mundo del imperio, el mundo capitalista que produjo la crisis en la que estamos.

Y en todo caso, el tema de desarrollar el capitalismo ya estaba en la tradición marxista. Por ejemplo, Lenin decía en su tesis sobre la revolución que fue a los bolcheviques a los que le tocó hacer la revolución burguesa que no había hecho la aristocracia rusa, que se había contentado con una posesión feudal de la propiedad, sin que ayudara a construir un desarrollo industrial típico de las economías capitalistas. Así que Petro no saca de la manga esa interpretación, cuando habla de que su reforma económica lo que busca es desarrollar el capitalismo en Colombia. 

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